Me gusta pensar eso de que, si tú me rompes una vez, yo te rompo mil veces.
Aunque luego en realidad, el silencio te sopla al oído, la ira se desvanece y empiezas a ver que no fue todo ira, ni indiferencia, ni siquiera soledad.
En algún momento [olvidado ya, enterrado muy hondo, que el tiempo se ha encargado de difuminar], también te quise... y cómo te quise...
L O U C U R A;
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