Ulls

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Les meves paraules. La meva mirada. Els meus ulls.

Bienvenid@s - Benvinguts/des


- L'autor és el déu del llibre, però (...) un llibre no és exactament l'ànima de l'autor.

- No, però és el més pròxim sobre el món terrenal que trobaràs de l'ànima
.

[Laia Muntadas i Aina Soley]

lunes, 27 de agosto de 2012

Réquiem por las hadas


¡Oh vosotras, perdidas para siempre!
¡Hadas que habitabais este sueño!

He caminado por la orilla del río donde bebíais
y os bañabais en sus aguas frescas,
bajo los árboles de hojas doradas por el tiempo…
hasta el fin de los días.

Mas ahora, veo vuestro lecho de muerte
en las ufanas praderas llenas de hojas de sangre
que crujen, como costras, cuando las pisas;
y el cielo reluce tan límpido como siempre.

No es vuestra muerte llorada por los cielos,
pero ¡ah!, ¡cómo os llorará cada humano!

Vuestra piel es ahora las cenicientas hojas descompuestas,
la hierba aún recuerda el olor de vuestro pecho,
el agua canta todavía los cantares que terminaron de golpe
en vuestros labios;

vuestras lágrimas son las brillantes perlas de rocío,
pequeños diamantes que aún conmueven de dolor y gracia;
la esbeltez imposible de vuestra silueta
la simula perfectamente el junco que se contorsiona.

¡Aunque eso no os devuelve a la vida, a vosotras,
que erais los mismísimos rostros de los sueños fantásticos!

¡Y yo recuerdo que os peinabais en la orilla,
sin mancharos nunca los piececitos de lodo,
correteando entre los oscuros arbustos
y los altos árboles ancianos!

Mas todo esto se ha marchitado como la flor más preciosa,
vestigio ancestral de vuestro pelo;
como el murmullo apagado de los muertos tras las hojas
cuando el viento acaricia con amor carnal su piel de clorofila.

Erais el cántico de los bosques vírgenes
antes de que se ensombrecieran vuestros rostros
con el rictus de la agonía
pues no pudisteis impedir el paso a los asesinos.

Y ellos alzaron su puño mortal contra vosotras,
¡diosas inmortales de aquello salvaje y puro!,
y cortaron los troncos más ancianos y venerados,
para hacerse burdas mesas y toscas sillas;

arrancaron las hojas más vivas para hacer de ellas sus billetes,
y arrasaron con la explosiva belleza de cada templo a la vida.
Todos han sido corrompidos sin dudarlo
por el ensordecedor rugido de las motosierras.

¡Llorad conmigo, aquéllos que aún tengáis lágrimas!
¡Llorad conmigo ante las tumbas de lo más hermoso y diáfano!
¡Llorad la pérdida de la sangre de los bosques,
que corre, a borbotones, por nuestras manos humanas!

Y entre lamentos, entre los sollozos más desgarradores
que puedan torturar vuestro pecho y resquebrajar vuestra garganta,
preguntaos por qué. ¿Por qué es el mío un sueño de pérdida?

¿Por qué es el nuestro un mundo de muerte y destrucción?