Ulls

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Les meves paraules. La meva mirada. Els meus ulls.

Bienvenid@s - Benvinguts/des


- L'autor és el déu del llibre, però (...) un llibre no és exactament l'ànima de l'autor.

- No, però és el més pròxim sobre el món terrenal que trobaràs de l'ànima
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[Laia Muntadas i Aina Soley]

martes, 9 de octubre de 2012

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"Vivimos en un orden mundial criminal y caníbal, donde las pequeñas oligarquías del capital financiero deciden de forma legal quién va a morir de hambre y quién no."

Jean Ziegler (vicepresidente del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas)


lunes, 8 de octubre de 2012

Fragmento de un comentario de clase - Crítica a la tauromaquia


Es absolutamente aberrante la idea de tal tortura como una fiesta nacional. No por la irracionalidad en sí, que sin duda es uno de los pilares de tal celebración, sino por el hecho de que la gente se apile para contemplar la tortura casi interminable de un animal inocente, el cual ha nacido y ha sido criado con el único objetivo de ser arrastrado a una de las más crueles y dolorosas muertes existentes, con el cuerpo destrozado, mutilado y ensangrentado, rodeado de cientos de personas que aplauden y vitorean cada puñalada de agonía, todo rebañado con el irónico pitido de la trompeta con su alegre tañido, tiñendo con la banda sonora propia de una festividad la cruel muerte de un ser que ningún mal ha causado nunca; que, por el único pecado de poseer un robusto y hermoso cuerpo y una cornamenta, ha sido elegido desde mucho antes de su concepción como víctima del sadismo de los humanos. Por supuesto, esta es una visión fragmentada de la realidad, y la tauromaquia cambia de significado dependiendo de la moralidad de cada cual. Pero dejad que añada algo: la mayor parte de los personajes más valorados de la historia (Da Vinci, Gandhi, Einstein, Buda o Paul McCartney, entre otros) apoyaron fervientemente ésta frase de Schopenhauer: “Quien es cruel con los animales, no puede ser buena persona”. Si unos cerebros tan extraordinarios como éstos creyeron firmemente en tal afirmación, ¿no habrá que tomarla aunque sea un poco en cuenta? Y si ellos lo consideraron un tema tan importante, ¿no hay que al menos preguntarse seriamente si lo es? Es un deber aclarar que si se han citado estos nombres tan conocidos es para que la opinión que se ha dado no sea contemplada como un mero pensamiento individual y apartado, sino como algo informado e incluso apoyado por no pocas mentes brillantes. Quizá incluso no estaría de más decir que, al igual que en el siglo XVIII, la tauromaquia sigue sin ser el espectáculo favorito de la mayor parte de los españoles, que recibe numerosas subvenciones para que no desaparezca del mapa, con tal de contentar a las grandes fortunas que se vanaglorian de relacionarse tanto con los líderes políticos como con los matadores. Que, incluso se podría añadir, muchas veces poseen ésas granjas de crianza de futuras víctimas de tortura. Muchos argumentos encontraremos a favor de la tauromaquia, cada cual más estúpido si cabe. Podemos hallarnos con el consabido “si no se mantiene, los toros se extinguirán”. Por supuesto, quienes afirman tal cosa no deben saber que tanto los toros como las vacas se alimentan del pasto y beben del agua, que no necesitan techo alguno sobre su cabeza y que, mientras los humanos no se metan por en medio, son perfectamente capaces de reproducirse e incluso vivir largas vidas. Hay quien dice que no va a la plaza de toros para contemplar la tortura y la matanza, sino la maestría del torero, para algo así como ver cómo “danza con la muerte y vence”. Bien, no estoy en contra de los temerarios, pero hay mil maneras de tentar la muerte sin herir un animal. Eso por no decir que, viendo cómo son los resultados, y que al torero lo atienden inmediatamente si sale herido a causa de la legítima defensa del agredido, lo de enfrentarse cara a cara con la muerte se parece sospechosamente a una falacia. O el tan conocido “es una tradición”, como si la tradición fuera la santificación de cualquier acto. Supongo que quienes esgrimen esta excusa están a favor de la esclavitud, del derecho de pernada, del racismo y, por qué no, de los sacrificios humanos. Y luego, a otro nivel, también está el argumento estrella: “la piel del toro es tan gruesa que no siente dolor”. A esto sólo se puede responder: ¿acaso no nota el toro cómo las moscas se posan en su cuerpo? ¿No agita quizá el animal la cola, con la esperanza de que los molestos insectos huyan? En definitiva, ¿tiene suficiente sensibilidad para notar como una mosca descansa en sus posaderas, pero no para sufrir cuando una lanza le atraviesa el cuerpo? Gloriosa explicación.