Sentir la belleza del otro hasta que se te quema el alma. Tocar con los
dedos el espacio infinito que sientes entre tú y su pecho. Sentirte a
cinco centímetros de la calma. Y a mil mundos de distancia. Amarle hasta
el punto de que te rompes toda. Sentir la carne reclamándole en tu
alcoba. Respirar aire vacío de su olor, y sentir su piel deslizándose
por la piel de una sábana (a 700 kilómetros)... y no en la tuya. Bailar
sudorosa entre mil sombras sabiendo que, en el fondo, tus dedos no son
su sexo. (y llegar al orgasmo). Pasear por las sendas de algún camino
borroso: no importa, no existe, él no va a aparecer. Soñar despierta y
pensar dormida. Tener pesadillas de eternas huidas. Besar el móbil
porque su voz te acaricia. Amar.
Amarle.
Amarle.
2 comentarios:
Me gusta mucho esa idea de distancia / presencia (o al revés) el escrito lo siento con mucha fuerza. No obstante, y tal vez, peca por “evidencia” y ganaría si fuera más “elíptico”. Dicho esto, no soy palabra de evangelio jejejeje Besos
Me tendrá que enseñar el maestro... lamento decir que no sé ser sutil, lo que siento o pienso lo digo tal cual lo siento o pienso. ¡Pero intentaré escribir poesía más elíptica! Es uno de mis retos.
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